fundación Hilton...#.-

jueves, 25 de septiembre de 2008


Aburrida de las superficialidades y riquezas desbordantes que me da la vida, decidí enmendarme y cambiar mi rumbo, dirigir mis pasos hacia la ayuda social para poder dejar un legado no sólo por mi belleza, sino también por la caridad.

Y es así como cree la “Fundación para lolas rubias con extensiones de cabello, criticadas por la sociedad sólo por lucir bien” que está orientada a proteger y dar apoyo psicológico a mujeres de 17 a 25 años que han sido maltratadas por sus pares (que no lucen bien) sólo por verse extremadamente regias con minifalda. Junto con esto, asesorar en cuanto a masajes capilares adecuados para su tipo de cabellera.

Abrumada por las ansias de ayudar, salí un viernes por la noche repartiendo ponchos color rosado con mostacillas por las discotecas más conocidas y faranduleras a las jóvenes que se veían friolentas, además de acompañarlo con una sana comida para pasar la velada (sushi y pisco sour light).

Lamentablemente no todo es color de rosa, mientras realizaba mi obra de amor se cruzaron unos hombres de lo más desaliñados, con sus uñas sin manicure, sus ropas sin combinar entre sí, y lo peor… su cabello sin lavar!! Pidiendo con cara de hambrientos que les diera alguna moneda o comida, pero como les iba a dar algo de lo que tenía si debía entregarlo a quienes realmente lo necesitaban.




Ps: hay veces en que me gustaría no ser tan genial.



Pero prefiero mi primer sunset...#.-

lunes, 8 de septiembre de 2008


Con mi esposo fuimos el fin de semana a la playa, tal como cuando éramos unos locos soñadores que pensaban en pololear. Fuimos al mismo hotel, realizamos los mismos paseos playeros, comimos mariscos hasta desecharlos con el más mal olor que ha existido, bebimos y fumamos hasta vomitar y eructar por los codos (todo dentro del café Journal).

Nada cambió, exceptuando las tarifas, ya que al ser temporada baja nos salía más baratito y sin dejar de lado esa puesta de sol que nos cambió la vida.

Al ser mi primera vez, me sentí un poco fuera de lugar. No sabía que decir ni que hacer.

Íbamos por la avenida principal de la cuidad que sale al mundo, tomando un exquisito helado de toronja con malvas de colores y chips de uñas de cocodrilo realizados en el Yoguen Plus que tanto nos gusta. Cuando de pronto, ahí estaba, frente a nosotros: el sol tratando de chapotear con los pececitos de colores de ese mar color turquesa.

Dentro de mi desesperación comencé a pensar:

  • Y qué hago ahora¿?.
  • Tendré que sacar mi lengua de mi maravilloso helado para mirarlo con amor¿?.
  • Acaso debo ir a sentarme en la arena que tanto detesto, sólo para mirar como idiota el sol¿?.
  • Quizás debería fotografiar ese momento para recordarlo cuando seamos unos viejos que no se pueden ni bañar solos¿?.
  • Alguna vez Cari le dará otra oportunidad a Edmundo¿?.

Mil y una pregunta sin responder. Hasta que por fin el sol se metió al agüita. Ese fue un momento de alivio. Un momento placentero.

Demasiado romántico para mí gusto.




PS: Debo indicar que los nombres de algunas marcas han sido cambiados, porque he aprendido el valor de un aviso, por lo tanto, se acabó la publicidá gratis.