Dulce navidad...#.-

miércoles, 24 de diciembre de 2014


Ya que estamos en época de amor y paz por doquier, quisiera compartir una bella historia que les llegará al corazón.

Hace algunos pocos años atrás, cuando era una niña de dorados rizos le había pedido insistentemente al viejito pascuero una Barbie para mi colección de barbies originales (o sea la segunda) porque era la muñeca más increíble que una niña podía tener, no sólo era una rubia delgada y despampanante, ¡sino que era la única del mercado que podía doblar sus brazos y piernas! y su traje, ¿cómo olvidar ese traje verde con morado?. Era toda una atleta como yo soñaba ser.

Luego de cenar los completos que le había pedido a mi mamá de cena navideña mis papás me sacaron a la calle para ver si veíamos al viejito volando con sus renos, y así fue, lo vi como todos los años. Entramos a la casa y ahí estaba el árbol más grande que el de Nueva York, con esos adornos importados de china (desde chica siempre fui internacional) pero nada me impactó más que esa cajita alargada tal como el de la Barbie que soñaba y lo mejor fue cuando mi papá lo tomó y dijo mi nombre.

Mis manos temblaban mientras mi corazón latía a mil abriendo el regalo de mis sueños, pero cuando estaba sacando el papel de regalo y veo arriba de la caja algo que no había visto en mi muñeca, y era el nombre “Barbara”, no le tomé atención al nombre y seguí destrozando ese papel que me alejaba de mi regalo, una vez que termino la veo, era la “Barbie” embarazada, ¡por la cresta la embarazada! Mi cara puso la misma sonrisa de desilusión que tenía “Barbara” con esa guata enorme y una guagua dentro. Luego de un rato quise encariñarme con ella, pero aunque sacara la guagua igual era gorda, no tenía cintura y cuando intentaba ponerle la ropa de las barbies flacas no le entraba.

Hoy con este sentimiento de navidad me doy cuenta que mi vida se ha regido por esa gorda muñeca que arruinó mi infancia y por culpa de santa nunca fui atleta.


Felices fiestas a todos!

Candadito cerradito...#.-

lunes, 24 de noviembre de 2014




Uno de los tantos días que viví en Paris, me dio por pasear por el maravilloso río Sena, y como dice la tradición de los enamorados los que cuelgan un candado en los puentes y tiran románticamente la llave como signo de unión, se mantendrán juntos románticamente por toda la vida.

 Si, era bastante romántico para mi impotente soltería de esa época, pero no había más que hacer que tomarse la respectiva foto con uno de los candados que otros enamorados habían dejado en el lugar. Lamentablemente para ellos, se cruzaron en mi camino, y cuando tomo el candado para la foto éste se abre.

Mientras en otro lugar del mundo, podríamos decir Rancagua, una pareja comienza a discutir:

Hombre: Ya no te amo románticamente por toda la vida.
Mujer: Ok, yo tampoco.

Yo en mi intento de arreglar la cagadita que me acababa de mandar me puse a mascar un chicle para unirlos.

Hombre: Te amo románticamente por toda la vida nuevamente.
Mujer: Ok, yo también.

Pero el chicle se despegó definitivamente.

Hombre: Ya no te amo románticamente por toda la vida.
Mujer: Ok, yo tampoco.



Y fue así como dejé a una familia sin el vínculo sagrado del matrimonio y me convertí en una golfa internacional rompe hogares.


PD: Agradecimiento especial a Taro por ayudarme a recordar esta historia =)

Selfie con los pobres...#.-

miércoles, 19 de noviembre de 2014



Hace unos meses hice el viaje más místico que una persona puede vivir, si, fui a India. Me sentía cual Julia Robert en “Comer, rezar  y amar” todo era diferente, la gente, la comida, los olores, los paisajes, todo.
Acostumbrarse a Dheli no es fácil, ni menos si eres de los turistas que se creen shuper locos que no toman tours para impregnarse de las personas y su cultura, ¡y vaya que nos impregnamos!, pero fue de su olor y moscas que llegaban hasta la garganta.
Es por eso que quisimos caminar sin mapas por lugares normales en busca de lo cotidiano, fue en ese momento cuando un hombre caminando con una sola pierna apoyándose en muletas se nos acerca diciendo que si estábamos perdidos y que cerca estaba una de las mezquitas más conocidas de la zona, nos da las indicaciones y recordé tantos años viendo la Teletón y me dije: si le falta una pierna debe ser una buena persona, y así fue como caminamos de la mano hacía la mezquita.
Cuando llegamos tuvimos una desilusión, porque la mezquita no tenía nada de sorprendente, más bien parecía una casa abandonada con un par de budas pequeños en el suelo, pero quién era yo para juzgarlos por pensar que era algo increíble. Nos llevaron a una pieza que según pensaba yo era una sala de rezo y meditación ya que nos teníamos que acostar, fue tan placentera la experiencia que no recuerdo nada hasta que desperté  con un parche en el ojo.
Desde ese viaje que tengo que usar lentes y me quedan con tanto estilo. Gracias India por esa bella experiencia.