Como algunos de mis cercanos ya sabían, estoy trabajando de noche, pero no piensen mal, mi celulitis no me deja trabajar con mi cuerpo así que sólo puedo hacer turnos nocturnos de un call centers.
La madrugada pasada miraba ansiosa por la ventana esperando ver llegar aquel móvil que me llevaría a mi templo del trabajo.
Tras la neblina pude divisar un auto con patente naranja, sonreí y bajé con el ánimo que de un tiempo a esta parte he desarrollado a las 2:00a.m. Saludé con un: “buenas noches-días” al chofer y a la elegante señorita que iba en la parte trasera. Tras mi cortesía me puse a dormir.
Cuando eran las 3:47a.m. (de la misma noche) abrí mis claros ojos y mi trabajo parecía más lindo que nunca, la señorita elegante me miraba con cara de extrañeza y Jaime (suelo decirle Jaime a todos los chóferes) me dice: son $984.900.- acabamos de llegar al aeropuerto, tras ir a Rancagua y Puerto Montt.
Quedé impactada por la extraña información brindada por Jaime. En eso suena mi Nokia y una mujer con tono amable me dice: ¡Señorita Pamela, tras haberse fugado de su trabajo justo cuando nuestro móvil la esperaba a las afuera de su hogar, y haber tenido la falta de respeto de tomar otro vehículo que no pertenece a nuestra prestigiosa compañía nos hemos visto en la obligación de despedirla”.
No me quedó más remedio que sacar un tercio de mi quincena para pagarle a Jaime, comprar un café con medias lunas traídas directamente desde San Peters Burgo e irme a pie a la casa.