Esa tarde la gente vibraba de mil emociones. Caminar por las calles de Santiago, era lo más lindo que había vivido en años, ver que el cielo se pintaba de un profundo rojo y lo brillante de los colores patrios repartidos entre los cuerpos de los habitantes. Ciertamente, era algo para recordar.
Es que claro, todo el mundo estaba entusiasmado con clasificar al mundial.
Y no me quedó de otra que apoyar a la selección como el resto del país. Fue tanto lo que me dejé llevar, que en un instante me vi gritando frente a Alexis Sánchez, dándole instrucciones al chupete Suazo y alabando las estratégicas jugadas del Mago Valdivia.
Y sí, ya me sabía sus nombres.
Y eso se estaba poniendo feo. Aunque más feo fue levantar los brazos con un grandioso gol botando la cerveza que tenía en la mano, luego de haber estado rascándome el ombligo y recordar que llevaba 3 semanas sin depilarme.
En ese momento. En ese mismísimo momento. Me di cuenta lo poco femenina que estoy.
Es que claro, todo el mundo estaba entusiasmado con clasificar al mundial.
Y no me quedó de otra que apoyar a la selección como el resto del país. Fue tanto lo que me dejé llevar, que en un instante me vi gritando frente a Alexis Sánchez, dándole instrucciones al chupete Suazo y alabando las estratégicas jugadas del Mago Valdivia.
Y sí, ya me sabía sus nombres.
Y eso se estaba poniendo feo. Aunque más feo fue levantar los brazos con un grandioso gol botando la cerveza que tenía en la mano, luego de haber estado rascándome el ombligo y recordar que llevaba 3 semanas sin depilarme.
En ese momento. En ese mismísimo momento. Me di cuenta lo poco femenina que estoy.