Así no más...#.-

martes, 30 de marzo de 2010


Hace unos días un movimiento telúrico remeció en gran manera nuestra tierra, nuestras casas, nuestras vida. Pero NO mi univiersidad.

Es que claro, con tanto estrés post terremoto, imaginé que sería bueno reponerme algunos días en mi casa viendo la televisión. Pero nada, después de ver tanta cagastrofe (como diría Bachelet), preferí ir a tomar mis ramos como corresponde.

Y es así como comenzó mi año estudiantil. Cumpliendo el sueño de toda una vida. ESTUDIAR DE DIA. Claro, como mi trabajo me da la grandiosa oportunidad de trabajar sólo 4 días a la semana, me da uno libre para adelantar ramos. Por lo mismo, los miércoles tienen una sobre carga académica que a estas alturas me asusta.

8:45

- Permiso, ¿Podemos pasar?

- ¿Pero como vienen llegando a esta hora niñitas?

- Es que no encontrábamos la sala.

- ¿Y estuvieron 1 hora buscándola?
Ya pasen. -

Primer mal comienzo. Humilladas por la profesora frente al curso aquel.
Segundo mal comienzo. Niños de básica compartiendo la sala de una estudiante de veintipoco, que además se burlan tal como en el colegio, y por poco me tratan de tía.
Tercer mal comienzo, me bajo a su nivel y recuerdo esos años bochornosos en que me ponía roja por todo.
Cuarto mal comienzo. La profesora manda a llamar a mi apoderado sólo porque estaba fumando en la sala. Simplemente, así no se puede estudiar.



PD: Cariños a la gente del sur, y los que los están pasando mal por estos remezones!

déjame uuuuuuuuuuuuuuuno...#.-

sábado, 16 de enero de 2010



El año 2010 comenzó con un sin fin de experiencias audaces que jamás imaginé vivir, entre esas convertirme en prostituta.
Y es que hacía unos días que sentía un enorme poroto en la pechuga derecha que me molestaba tanto que decidí ir al doctor para determinar su origen.
Fue así, que comencé a realizarme una serie de exámenes porque era muy difícil detectar de que se trataba. El médico de la familia pensó en un cáncer mamario, mi ginecólogo pensó en un nódulo, el panadero pensó en un quiste, Piñera pensó en una moneda y mi personal training pensaba que se trataba de grasa que no he trabajado.
En fin, el dilema es que se dificultaba tanto el diagnóstico que para realizar cada examen todas las personas tenían que tocar mis limoncitos vírgenes. Y lo más terrible.
¡YO PAGABA PARA QUE LOS TOCARAN!
Mientras yo pensaba en lo peor, me acordé de aquel día que me salí de la dieta con una cajita de chocolates “Vizzio” y claro, uno se me fue por el camino viejo. Lamentable para mi pechuga toqueteada. Se quedó atascada ahí.